Después de su retiro en Nepi, tras la muerte de su segundo esposo, Alfonso de Aragón, Lucrecia Borgia, regresa a Roma aceptando la propuesta de matrimonio con Alfonso del Este, heredero del Duque de Ferrara, Hércules I. Aunque el proyecto encontró resistencia por parte de Hércules de Este, quién se encontraba ya con negociaciones con el rey de Francia para ofrecer a su hijo con Luisa d’Angoulême, acabó cediendo a las intenciones del Papa, Alejandro VI, con una altísima dote. Así, se aprobó el matrimonio el 26 de agosto de 1501 en el Castillo de Belfiore en Ferrara.
Las celebraciones romanas del matrimonio entre Lucrezia Borgia y Alfonso d’Este tuvieron lugar durante los últimos días de diciembre de 1501, cuando llegó la comitiva de sirvientes, parientes y cortesanos procedente de Ferrara.
Johanes Burckhard, Maestro de Ceremonias del Vaticano, dio fiel testimonio de todas las fiestas que se dieron cita y que constituían verdaderas representaciones artísticas en las que intervenían los artistas más afamados del momento: competiciones, desfiles, representaciones teatrales, de música, y de danza, siendo esta disciplina la que adquirió un gran desarrollo en la corte de Ferrara, donde Lucrecia se convirtió en mecenas, no sólo de este arte que tanto practicaba y amaba, sino de todas las disciplinas artísticas.
El poeta y humanista Cantalacio se encargó de alabar a los invitados a través de su “Spectacula Lucretiana”.